jueves, octubre 26

Agua nocturna

O. Guayasamin
La noche de ojos de caballo que tiemblan en la noche,
la noche de ojos de agua en el campo dormido,
está en tus ojos de caballo que tiembla,
está en tus ojos de agua secreta.

Ojos de agua de sombra,
ojos de agua de pozo,
ojos de agua de sueño.
El silencio y la soledad,
como dos pequeños animales a quienes guía la luna,
beben en esos ojos,
beben en esas aguas.

Si abres los ojos,
se abre la noche de puertas de musgo,
se abre el reino secreto del agua
que mana del centro de la noche.

Y si los cierras,
un río, una corriente dulce y silenciosa,
te inunda por dentro, avanza, te hace oscura:
la noche moja riberas en tu alma.


Octavio Paz

domingo, octubre 22

Hoy, día del resurgimiento (fragmento)

J. C. Mestre

…Cuando la mañana se enferma de jardines,se traslada de familias y árboles
Y transitan los pescadores la suposición de un engaño
Y la tierra descansa sobre su geología de manteca
Entonces yo imperturbable, yo violento como una época de agua
Pertenezco a tu origen
Y sin ti, despoblado me debo a la nada, a la claridad de un defecto
Aun mundo de sombras cereal y temible
Vienes de donde todo fue naufragio, osada ola, mar inclinado
De las playas que rescató la profundidad, de una brisa huracán de tristeza
En esa arcilla del agua en que beben caballos, animales, laringes
Ahogada palabra para preparar el escándalo y la dominación de los peces
Oh profunda, oh ciega, oh la más frecuente humedad que me habita
Hermosa alarma, virtud que me engendra, unidad dividida
Tú constelación, tu yema, tú aposento íntimo
Luego, después de ti todo lo vano
La debilidad de un descuido que golpea las naves
Que digno regreso, que causa más fragil para hundir mi costado
Hoy que es domingo en la curación del cansancio y es llama
Y es motivo de flautas para filtrar el ruido
El mito salvaje de morir en festejo
Ya todo, ya cuerpo, ya realidad más posible
Amor, medicinal otoño en que laten las liebres y la lluvia
Amorosamente vencido
En el décimo mes cuando es octubre y me consientes
Y entonces acudimos
Y entonces nos amamos.


Juan Carlos Mestre

viernes, octubre 20

Desolación

I and the village, M. Chagall
Ese sonar de aldabas me levantó del sueño,
sobresaltó mi corazón dormido.
Cuánto ruido trajiste a esta casa:
Qué músicas extrañas,
qué silencios no oídos.
Todos los corredores se poblaron de ti
y olvidaron de golpe su soledad de siglos.
Un aroma de mar invadió las alcobas
y a un día tembloroso se abrieron sus postigos.
Ese sonar de aldabas sobresaltó mi noche,
rompió candados y rompió cerrojos.
No podía saber que cuando el aire
barriera el polvo en todos los rincones
y de olor a manzanas se llenara la huerta,
te marcharías sin sonar de aldabas,
dejando tus silencios
y las puertas abiertas.


Piedad Bonnett

martes, octubre 17

En mi alma




Sigues brillando
en mi alma,
lucero matutino:
único, poderoso,
definitivo.





sábado, octubre 14

Sabes

Sabes,
sin saberlo,
de mí,

lo que yo sé:
que estoy donde tú estés,
que siempre estás aquí,
que siempre me repito y nada sé.
Lo sé mejor que tú:
te quiero aunque no estés
(y siempre estás y sabes que lo sé).

Santiago Tena

sábado, octubre 7

Alma desnuda

Constelaciones, J. Miró

Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.
Al
ma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.

Alfonsina Storni